Aunque son males que se arrastran desde más de cuatro décadas y que se incrementan cada vez más, solucionar el desempleo, la pobreza, educación y seguridad, son las principales promesas de los candidatos a la presidencia de la República, de cara a las elecciones del 2012.
Estos problemas son utilizados en cada proceso electoral por los aspirantes tanto a la presidencia como a las posiciones de alcalde, regidores, diputados y senadores, que enarbolan esa bandera, para conseguir el voto de la población, pero que en la práctica se ha demostrado que se queda en promesa.
Sin embargo y como y como lo refleja los estudios presentado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Humano (PNUD), la pobreza se han incrementado en los últimos años y lo mismo ha sucedido con la calidad de la educación que ha desmejorado de forma considerable.
A ese problema se ha sumado el del aumento del desempleo el cual se siente con más fuerzas en los jóvenes que aspiran a incorporarse al aparato productivo nacional, con miras a su independencia, pero no se le dan las oportunidades.
Frente a ésta deuda acumulada los postulantes a los cargos electivos habrán de diseñar propuestas convincentes para incluir en sus respectivos programas de gobierno, a ejecutar en caso de que alcancen la posición.
Es hora ya de que los políticos reconozcan el valor que tiene el voto de los electores, para que tan pronto asuman el cargo, puedan ponerlo en ejecución, para de alguna manera comenzar a dar solución a los acuciantes problemas que cada vez más amplían la brecha entre ricos y pobres.
Sin embargo y como y como lo refleja los estudios presentado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Humano (PNUD), la pobreza se han incrementado en los últimos años y lo mismo ha sucedido con la calidad de la educación que ha desmejorado de forma considerable.
A ese problema se ha sumado el del aumento del desempleo el cual se siente con más fuerzas en los jóvenes que aspiran a incorporarse al aparato productivo nacional, con miras a su independencia, pero no se le dan las oportunidades.
Frente a ésta deuda acumulada los postulantes a los cargos electivos habrán de diseñar propuestas convincentes para incluir en sus respectivos programas de gobierno, a ejecutar en caso de que alcancen la posición.
Es hora ya de que los políticos reconozcan el valor que tiene el voto de los electores, para que tan pronto asuman el cargo, puedan ponerlo en ejecución, para de alguna manera comenzar a dar solución a los acuciantes problemas que cada vez más amplían la brecha entre ricos y pobres.
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