El Suroeste y la Restauración - Campesino Digital

Notas:

martes, 6 de febrero de 2018

El Suroeste y la Restauración



Por Welnel Darío Féliz

Este dos de febrero pasó sin mucha algarabía histórica en las redes sociales y los periódicos digitales de la región suroeste. Una mirada no muy profusa nos permitió constatar que muy poco se ha dicho y lo peor, que lo poco dicho es incorrecto. Este día se conmemoró el 155 aniversario del levantamiento restaurador de Cambronal, hoy Galván, el mismo que la gente de Neiba se atribuye, amparado en el criterio de que esta comunidad era territorialmente dependiente. Si bien apuesto a la reivindicación colectiva suroestana de los hechos históricos, también entiendo que se debe incentivar la identidad individual pueblerina, como forma de valorización de los elementos histórico-culturales que le son propios.

Si bien debería dedicarle estas letras al análisis de ese levantamiento, en la ocasión voy a dejar lo conocido, aunque sea poco, y mencionaré otros movimientos previos que demuestran la dominicanidad y el espíritu opositor y combativo de la gente del suroeste, los que defendieron su terruño de la presencia española y llevaron a la práctica, aún antes que otros sitios, su animadversión contra la dominación extranjera.

En este escenario aparece un personaje suroestano de pura cepa, por cierto muy criticado por su apoyo inicial a la anexión, nos referimos a Ángel Féliz (Liberata), La Espada del Suroeste. Ángel bebió de las aguas del Ubero, Cachón Pipo y La Isabela, en Rincón, hoy Cabral, desde que su madre lo trajo al mundo por el año 1816. Con la proclamación de la independencia inmediatamente pasó a formar parte del ejército dominicano, luego se plegó al santanismo y ocupó puestos en Rincón, hasta que Santana le confió la comandancia de armas de Barahona el 17 de marzo de 1861, precisamente un día antes de la proclamación de la anexión.

Si bien el santanismo de Ángel lo llevó a ocupar el puesto y hacer valer su voluntad en una región en la que ascendencia, su accionar posterior denota su poca conformidad con el paso dado, el cual todo indica solo lo dio por su apego a Santana. Precisamente, un día después de la proclama de la anexión en Barahona, le comunicada a comandante de Azúa el acontecimiento, aclarándole que esperaba “que ese cambio sea para bien”, en una muestra de sus dudas al respecto. Su accionar levantó suspicacia desde los primeros días de la pérdida de la soberanía, al punto que poco a poco le fue retirando el poder militar que ejercía y la confianza.

Desde el primer día de la proclama de anexión en Barahona se informó de la inconformidad de muchos habitantes con el paso dado. Pocos meses después muchos de los habitantes de Neiba, La Descubierta, Los Ríos, Postrer Río, Barbacoa (Villa Jaragua) y otros lugares, se unieron al movimiento de Francisco del Rosario Sánchez, José María Cabral y Fernando Taveras. No pasaron muchos días, cuando el 28 de septiembre se produjo el primer foco insurreccional en Barahona. Los primos Manuel Féliz (Cabuya) y Manuel Féliz (Quirí), naturales de Rincón, trataron de solventar el ánimo en los habitantes de este pueblo, lo recorrieron llamando a las armas, aunque no

obtuvieron respuesta. Ángel, como comandante de armas, los persiguió, los hizo prisioneros, pero entre el 4 y 5 de octubre se fugaron de la cárcel, por lo que este fue acusado de que los había dejado escapar, pues eran sus primos y estaba en acuerdo con ellos. En los días siguientes las sospechas aumentaron, pues las diligencias para su reapresamiento eran pocas, aun sabiendo que Quirí se había refugiado en casa de una querida en Juan de Herrera y Cabuya se encontraba en Las Salinas. Para finales del mismo mes de octubre fue obligado a renunciar, dejado cesante del ejército, como parte de las reservas y confinado en Rincón, tal como sucedió al año siguiente con Pedro Florentino, quien desde San Juan fue recluido en Azua y vigilado.

La inconformidad de Ángel y los primos Quirí y Cabuyaa corrió por la región. Al año siguiente en Petit Trou, hoy Enriquillo, Pedro González Gómez inició un movimiento insurreccional más formal que el de Barahona. A esos fines envió a Jacmel a Pedro Curro a parlamentar con militares haitianos y hacer contactos con los refugiados dominicanos en Haití, hablando allí con Domingo Ramírez y el jefe militar haitiano de Grand Puent. El comandante haitiano le recomendó que hablase con Marcelino Heredia, con Rey de la Paz, con José Ignacio Perdomo y con Ángel Féliz, para que alguno se pusiese a la cabeza del movimiento. Después de tales recomendaciones, se envió a José Antonio Cumbero para que hablara con Féliz, quien todo indica que no lo hizo, pero durante una visita que este realizó a Petit Trou, Venancio Gil logró verle, pero sin que sepamos su respuesta. Juan de Nín, Elías Franco y Pedro Nolasco denunciaron la trama, fueron hechos prisioneros los cabecillas y escindido el movimiento.

Con la revuelta de Cambronal Féliz fue vigilado, bajo sospechas de su participación allí, asimismo, el alcalde pedáneo de Cachón había denunciado que las gentes de Rincón estaban en planes de sublevación constante. Ciertos detalles eran conocidos, pues en conversaciones con Domingo Serrano (Minguiná), el mismísimo dueño de trapiche que daba melaza al pueblo (se acuñó la frase: “cuando Minguiná molía, to el mundo lambía), este le expresó su descontento y las condiciones económicas en que se encontraba, por lo que era necesario tomar medidas para salir del Estado de cosas.

Aunque los movimientos suroestanos fueron aislados, sin que se conozcan conexiones entre ellos hasta ahora, el ánimo por la restauración era colectivo, por ello, cuando inició la revolución en el norte, las comunidades se integraron con ímpetu a la causa. Ángel Féliz, como reconocido jefe militar regional dio los pasos necesarios para concretar el enhestamiento de la bandera tricolor. Este inició un periplo patriótico suroestano y pronunció a Barahona, Rincón, Petit Trou, Las Damas (Duvergé), Las Salinas y Neiba a favor de la República y se mantuvo en lucha constante en contra del invasor, hasta el triunfo de la causa restauradora y junto a él y otros líderes y cientos de hombres y mujeres de toda la región.