El Club Socio Cultural protagonizó la vida de Pedernales a inicios de los años setenta - Campesino Digital

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miércoles, 17 de julio de 2024

El Club Socio Cultural protagonizó la vida de Pedernales a inicios de los años setenta


Esta provincia agrícola y minera en la parte más austral del territorio dominicano se ha puesto en turismo. Sostenible, dice el Gobierno. La estructura básica del primero de los hoteles ya se yergue como mole de cemento frente a playa Cabo Rojo. Muy cerca, el puerto sin terminar ya ha recibido dos cruceros. El aeropuerto internacional acaba de ser licitado. Hay amagos con las Tierras Raras. Notoria la ausencia de la cultura y la veeduría social como ejes transversales del nuevo proceso.    

En la antesala de la década del 70 del siglo XX, un grupo de jóvenes del municipio, ataviado con guitarras, en la enramada contigua a la iglesia (luego quemada), ensayaba cánticos y obras de teatro en apoyo a las misas. Las tensiones políticas y la represión contra adversarios del Gobierno presidido por Joaquín Balaguer eran el signo. No había piedad para contrarios.

El municipio cabecera de la provincia, Pedernales, aún era un pueblito tranquilo de familias conocidas que agotaban sus horas entre el trabajo, el activismo sociocultural y el ocio. Las “cabareses” (lupanares)  de las afueras de la ciudad eran la tentación de la juventud.

Franklin de la Paz (Franklin Rosá), José Ramón Madera, Siria Pérez, Betty, Juanita y Manuel Pérez Adames (Manuel Beján) no fallaban en su misión de acompañamiento en la iglesia Nuestra Señora de la Altagracia, en la central calle Duarte, entre la  Libertad, que da entra a la comarca, y la Braulio Méndez.

Era la Juventud Estudiantil Católica (JEC) regenteada por las religiosas españolas Josefina y María de Jesús Checo Simó. Justo detrás, límite norte, al cruzar la Genaro Pérez Rocha, el vetusto cuartel de la Policía, en una ruina de la fortaleza (1934) que dejó el huracán Katie de 1955.

Las inquietudes sociales bullían en los adentros de los muchachos y trascendían las cuatro paredes del centro religioso. Las lideresas lucían ajenas a los planes en curso hasta que un buen día eclosionó la decisión. Anochecía el año 1969.

“Le sugerimos a la española (Josefina) que nosotros queríamos ensayar algo que estuviera más a tono con la situación actual del país, pero ella se negó. Dijo que en la iglesia eso no se podía y que el cuartel está detrás, al cruzar la calle de la enramada de la iglesia donde hacíamos los ensayos. Entonces nos sugirió que formáramos un club independiente de la iglesia y le diéramos el sentido que quisiéramos. Creamos un grupo de poesía coreada y obras de teatro y comenzamos a ensayarlas en la enramada, pero nos lo impidieron”, ha contado Manuel Beján, primer  presidente formal del CSCP y actual presidente del Consejo de Directores de la Fundación Activo 20-30, en Santo Domingo.



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