Lecciones aprendidas de Libia: La deshonra de morir en la horca - Campesino Digital

Notas:

lunes, 22 de agosto de 2011

Lecciones aprendidas de Libia: La deshonra de morir en la horca





Por: David Ramírez.



Nunca ha sido mi estilo hacer leña del árbol caído, pero con la actual ocupación de Trípoli por parte de los monarquistas y la OTAN estoy más que sorprendido, me encuentro totalmente desilusionado con la postura cobarde asumida por algunos hijos de Gadafi.



Realmente no oculto mi desencanto con una persona, Saif al-Islam , hijo de Muamar al Gadafi. Este vástago del líder libio, fue el favorito entre los siete hijos de Gadafi. Saif al-Islam fue alguna vez considerado “El chico bueno” por los países imperialistas, incluso llegaron a calificarlo como el sucesor del viejo líder libio.



No era para menos. Como egresado de una de las mejores universidades de Londres, Saif al-Islam fue el artífice de la triste y recordara "Reformas económicas" del gobierno libio. Este chico fue el responsable de privatizar el sector bancario libio, reducir los gastos sociales del Estado, privatizar la industria petrolera, pactar con el Fondo Monetario Internacional, colocar las reservas de oro de la nación Libia en manos de los poderosos grupos bancarios de los países imperialistas.



El “niño mimado” de Libia para los imperialistas, fue considerado durante mucho tiempo la estrella naciente del Wall Street por reconocidos especuladores del mercado bursátil.



Saif al-Islam, se codeaba en grandes fiestas y banquetes (con lujos y derroches), con estos hombres del negocio de la especulación capitalista para invertir los recursos del pueblo libio en grandes corporaciones hoteleras, grupos del espectáculo y cine.



Saif al-Islam creyó durante sus años dorados de inmundicias y libertinajes que estos "hombres de negocios" eran personas interesadas en el progreso del pueblo libio, olvidando que sólo eran fieles exponentes de la ideología del egoísmo social.



Los excesos de Saif al-Islam y sus otros hermanos llevaron al pueblo libio, incluido las tribus, a desconfiar de la familia Gadafi.







Saif al-Islam, fue responsable de quitarle a Gadafi el título del 'Che Guevara' árabe, convenciendo al viejo líder libio de que el nasserismo panárabe era cosa del pasado.



Como excelente manipulador, Saif al-Islam, convenció también al padre que luego de la caída de Saddam Husein en Irak, era imprescindible cortar todo tipo de lazos de solidaridad con los movimientos de liberación de África y América Latina.



Saif al-Islam, influyó y convenció a su padre, Muamar al Gadafi, para que renunciara a muchos de los planteamientos o postulados ideológicos de carácter nacionalista, revolucionario y antiimperialista que el viejo zorro del desierto había plasmado en su famoso “Libro verde”.



El hijo prodigio de Gadafi, influyó también para que tantos los comités populares como el Congreso de la revolución de Libia, no tomaran las decisiones importantes del pueblo en materia de salud, educación, empleo, retribución de la riqueza petrolífera, etc. En cambio, privilegió a una nueva y dominante clase económica, durante mucho tiempo casi desconocida en Libia, la burguesía y aristócratas del régimen.



Esta clase (compuesta por personas muy ligada a las tribus que les eran fieles a Saif al-Islam en aquel entonces), contribuyó con la decadencia de la revolución y exacerbó el odio de algunas tribus contra el régimen, una debilidad que fue aprovechada por los capitalistas en alianza con los yihadistas y monarquistas, para desestabilizar la revolución desde adentro.



A Saif al-Islam se le encomendó la defensa de la ciudad de Trípoli y fracasó miserablemente.



El gran error de la tribu de Gadafi y de otras tribus, fue colocar a un muchacho inexperto militarmente, amante de la buena vida y del glamur de Hollywood para a defender uno de los bastiones más importantes de régimen.



Es cierto que sobre la ciudad de Trípoli cayó un verdadero apocalipsis, que cientos de bombas de la OTAN sembraron la muerte y destrucción en las zonas civiles y militares, pero rendirse al enemigo monarquista sin luchar fue una deshonra personal y una manifestación de cobardía mientras muchos libios morían o eran asesinados en el campo de batalla.



En manos de los monarquistas, Saif al-Islam es un trofeo, está muy lejos de morir como un mártir, morirá como un cobarde oscilando del palo de una horca.



Saif al-Islam pasará sin pena ni gloria en la historia del pueblo libio, porque ese tipo de muerte está reservada a los traidores. Yo espero que su padre, Gadafi, cumpla la promesa de morir como mueren los grandes hombres de la historia de Libia, como un mártir, cumpliendo la misión heroica del deber.



Pero en el campo de batalla hay muchos libios pertenecientes a diversas tribus, armados de valor y coraje que con los fusiles en manos, lucharán para restablecer la dignidad de un pueblo que las grandes potencias imperialistas buscan conquistar para robarle sus recursos petrolíferos e hídricos.



No se equivoquen, en medio de la euforia y las ilusiones de victorias efímeras,la guerra civil en Libia apenas empieza.Lo peor de la guerra está por venir con o sin Gadafi y esos lo saben la OTAN y sus socios.



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