El Chapo se creyó su propia leyenda. Esa fue su perdición. Oculto en su feudo de Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera, el narcotraficante más buscado del planeta, dio rienda suelta a su megalomanía y movió los hilos para poner en marcha una película sobre su propia vida. Desde la clandestinidad, sus abogados contactaron con actrices y productores, y levantaron tal polvareda que el sorprendente capricho del líder del cártel de Sinaloa, cuyos informes psicológicos dibujan como un ser atormentado y con delirios de grandeza, fue advertido por los investigadores que le pisaban los talones. La pista no tardó en conducir al paradero del prófugo y permitir el primer intento de captura. Fue el principio del fin. Así lo reveló la procuradora general de México, Arely Gómez González, al reconstruir los pasos que permitieron la detención este viernes del legendario capo mexicano. Esta es la historia.
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