La Almohada Mágica - Campesino Digital

Notas:

martes, 4 de febrero de 2014

La Almohada Mágica



Por Susy Miranda
La vida nos pone a pruebas a diario, que decir, cuando, a quien, cuando callar, como distinguir entre orgullo y dignidad, cuando estamos siendo sabios o necios, cuando apretar o cuando soltar y al llegar la noche sobre nuestra almohada pasan frente a nosotros las imágenes del día como si fuera una película y en ese análisis de conciencia diario llegan también los problemas, al expectativas y en ocasiones nos colman de ansiedad y desasosiego, he ahí donde nos desvelamos hasta el amanecer, les comparto unos de mis cuentos favoritos, que los disfruten.

La Almohada Mágica

Cuenta la historia que hubo un hermoso lugar situado en un lejano valle, su tierra eran feriales, y su cielo azul, limpio, claro, de día un brillante sol alumbraba hermosa mente y de noche una radiante luna, mezclado con la majestuosidad de constelaciones de estrellas hacía que sus habitantes sintieran que vivían en el paraíso; este fantástico lugar estaba gobernado por un justo, íntegro e imparcial Rey, el cual velaba fielmente por el bienestar de los habitantes de aquel extraordinario lugar que Dios le había permitido gobernar.

Era una aldea de ciudadanos agradables, decentes, compartían sus bienes , no tenían problemas de vandalismo y cada quien respetaba las propiedades del prójimo. Pero pronto algo cambiarían en aquel Edén, era un pueblo netamente Agrícola, su alimentación, vestimenta, albergue dependía totalmente de sus siembras e intercambios de esta con algunos pueblos que al quedar tan distantes unos de otros acordaban lugares de igual distancias de ambos para encontrarse el realizar negocios, donde intercambiaban sus alimentos por telas, aceites, especias y otros productos que ellos no producían, nada podría ser en aquel espectacular lugar.

Un día los habitantes notaron que hacía ya mucho tiempo desde la ultima lluvia, las siembras estaban peligrando, muchas cosechas se perderían si no llovía en los próximo días, el rey estaba preocupado, el pueblo se abastecía del preciado liquido de un viejo pozo que quedaba a las afueras del pueblo, pero no era suficiente para regar todas las tierras.

Pasaron las semanas y no llovía, el rey no podía dormir, su pueblo tenia hambre, no podían hacer negocios con pueblos vecinos, los contribuyentes ya no podían pagar impuesto sobre la siembra, el palacio no tenia para pagar los empleados y la aldea se convertía cada día mas en un caos. Aquellos ciudadanos respetuosos de los bienes de los demás, amables y cordiales se habían convertidos en seres hambrientos capaces de hacer cualquier cosa con tal de encontrar alimentos y vestimentas para sus familias.

Días tras días el rey amanecía despierto, no podía conciliar el sueño pensando que le había fallado a su pueblo, no era más aquel hombre fuerte, que daba la cara diciéndoles que eran un pueblo bendecido por Dios: su salud menguaba por la falta de sueño. -"Cómo hago para resolver los problemas de mi pueblo, ninguna idea llega a mi cabeza, es como si mi cerebro hubiera dejado de pensar"-. Se decía a si mismo con frecuencia.

Hasta que una mañana desesperado de lidiar con la situación decidió dar un paseo por la aldea y ver con sus propios ojos en lo que se había convertido aquello que un día fue el mejor lugar para vivir. Caminaba con la Mirada perdida buscando encontrar fuera de su cabeza alguna forma mágica que le devolviera nuevamente el bienestar a su población. Sentado a la sombra de un Viejo árbol se encontraba un anciano, quien tenia la fama de conocer los secretos ocultos de la magia y los encantamientos.

-"Tienes alguna poción mágica que me permita dormir por las noches, no consigo pegar un ojo por mas que lo intente, por favor no tengo con que pagarle en estos momentos, pero le aseguro que tan pronto pueda regresaré y le pagaré el costo que hoy acordemos"-, dijo el rey en un tono lleno de angustia.
-"No tengo pociones mágicas que le permitan dormir, pero tengo una almohada mágica la cual fue encantada por mis ancestros para quitarles los problemas y angustias aquel que la posea y se los entregue a ella cada noche antes de dormir, no tiene que pagarme nada por ella, se la obsequio con todo el deseo de que usted logre curar su mal con ella".

Estaba distante del palacio, así que cuando regreso al palacio ya era de noche , lleno de expectativa se prepara para dormir, llega a la cama, coloca su almohada y dice:

-"En estos momentos voy a dormir, mis problemas son tuyos ahora, tómalos para yo poder descansar, en la mañana los tomaré para tratar de resolverlos, pues sé que tú no lo puedes hacer. Puso su cabeza sobre aquella almohada y sin darse cuenta se quedó dormido hasta la mañana siguiente que los rayos del sol se asomaron a su ventana, durante las próxima noches estuvo diciendo lo mismo y se dormía profundamente sin saber la razón.

Una mañana hablando con uno de sus colaboradores del palacio le dice: -"Hemos sacado mucha agua del pozo durante estos meses y parece tener suficiente, no creo que se va agotar como pensábamos, pues creíamos que la lluvias frecuentes abastecían el pozo, pienso que la fuente del agua no es de los cielos que caía, sino que surge por debajo de la tierra. Vamos a cavar otro pozo cerca de donde acostumbramos a sembrar, puede ser que debajo de sus tan fructífero suelo corra agua".

Así lo hicieron, comenzaron las excavaciones y un arroyo de agua estaba cruzando por debajo de casi toda la aldea, hicieron fuentes de regadío, buscaron los granos que guardaban celosamente para cuando volviera la lluvia y en poco tiempo el pueblo estaba celebrando sus nuevas cosechas, luego regresó la lluvia, pero ya tenían estrategias para cuidar sus siembras en caso de sequía.

La abundancia volvió, el pueblo tenia nuevamente la alegría perdida , la fe en Dios y en su rey. Una tarde el rey manda a llamar aquel anciano que le devolvió el sueño y le dice:

-"No me he olvidado de usted, sé que me dijo que no me cobraría por la almohada mágica, la cual ha sido mi compañera todo este tiempo, donde quiera que he viajado la he llevado conmigo, la he cubierto con los forros mas finos y las telas bellas de todos estos lares, nunca perdería ese bien tan preciado que usted me regaló, pero ahora quiero pedirle, sin abusar de su gentileza, almohadas mágicas para todos mis colaboradores, quiero que ellos duerman de la misma manera que yo lo hago. Puede usted hacer eso por mí, le pagaré lo que usted pida".

-"No tengo otro propósito en mi vida mas importante que servir a su majestad, pero debo decirle que la almohada que usted posee es igual a cualquier otra, lo mágico no estaba en ella, sino en la decisión suya de dejarle sus problemas cada noche"-. -"No es posible dice el rey, no ves que después que la tengo todo se ha resuelto en la aldea, su hechizo llegó hasta la tierra e hizo que esta nos brindara agua".

-"No es así, su majestad, el agua estuvo todo el tiempo allí, pero el cansancio por no dormir no le permitía pensar claramente la manera de enfrentar la situación, después de días de buen sueño y descanso usted estaba listo para resolver cualquier problema; usted siempre tuvo el poder de dejar sus problemas en la noche, pero creía que solo una fuerza superior a usted podía permitirle dormir y no era así, si usted quiere pagarme puede hacerlo, contando en el pueblo su historia, algunos le creerán, otros no, pero si logra que una sola persona mejore su vida, puede sentir que ha pagado la deuda que tiene conmigo".

El rey no podía creer todo aquello, pero decidió contar la historia a aquel pueblo que sufrió y vivió con él aquella angustiante época. Cada noche al acostarse miraba su almohada ya no le decia aquella oración, pero siempre pensaba lo mismo, en estos momentos dejo mis problemas pues no podre resolverlos durante mis horas de sueños, mañana tendré muchas horas para pensar como resolverlos.

Y así vivió aquel rey contando la historia de la almohada mágica, la cual fue contada a su vez por más personas y cada generación la pasaba a la más joven y, según dicen, nunca más enfrentaron un problema que no pudieran resolver porque cada mañana estaban listos para el nuevo reto, viviendo como un pueblo feliz durante muchos años.

FIN.

Suzira Miranda (Autora)

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