Turismo y el Desarrollo de la Región Suroeste - Campesino Digital

Notas:

lunes, 5 de octubre de 2015

Turismo y el Desarrollo de la Región Suroeste

Por Welnel Darío Féliz


Después de la caída de Buenaventura Báez en 1874, el país comenzó a enrumbarse por procesos diferenciadores. Durante esa década, se comenzaron a tomar medidas para impulsar la agricultura, principalmente la producción con tendencia industrial y exportadora, como el caso de la caña, el café y el cacao. El tabaco tenía su propio espacio y mantenía a Puerto Plata, Santiago y zonas aledañas en óptimo estado económico. El suroeste por entonces estaba deprimido, pues su renglón principal que impulsaba el comercio y generaba riquezas, la madera, ya estaba en proceso de desaparecer.

Amparado en las decisiones desarrollistas, en 1877 SilvainCoiscou instaló su hacienda de caña Policena en las orillas del río Birán, la que duró varios años, pero sin impacto sustancial en la región. Hacia 1879, los comerciantes trataron que Barahona junto a los demás pueblos suroetanos fuera erigida en distrito marítimo y nuevamente lo hicieron en 1881, lo que les fue rechazado. El objetivo esencial era la apertura del puerto para exportación e importación y la concesión de ciertos derechos para administrar los bienes producidos en la región. Finalmente, 1881 se creó el distrito marítimo de Barahona, integrado por Enriquillo, Las Damas y Neiba.

Las décadas de 1880 al 1910 fueron intensas, pues los sureños vieron transformarse la vida económica y social, al sembrarse masivamente café en las montañas de Las Lomas (Barahona), Chene (Enriquillo) y Polo y crecer la producción en Panzo (Neiba), de la mano de cientos de productores, pequeños la mayoría y otros grandes e innovadores, como Pablo Caballo y Luis del Monte. También los comercios crecieron en toda la comarca. Barahona vio expandirse sus espacios poblacionales y en Rincón surgió la calle del Comercio.

Los procesos desarrollistas iniciados en 1879 no se detuvieron y llegó al clímax entre 1916 y 1930, con la instalación del ingenio Barahona. El ingenio no solo aportó cientos sino miles de empleos, sino que impactó en los pueblos y los habitantes. Puede decirse que el primer poblado que surgió por su efecto directo fue el Batey Central, hoy conocido con el nombre españolizante de Villa Central, y posteriormente lugares como Palo Alto comenzaron a toma auge, y los años siguientes más de 20 pueblos se instalaron en todo lo largo de la línea férrea y los cañaverales. Enriquillo y Polo fueron impactadas por el aumento de la producción cafetalera. En la década de 1940, la explotación de las minas de sal y yeso adicionó un nuevo aditamento, al igual que la explotación de la bauxita, lo que generó riquezas en otros sitios más lejanos del ingenio, como Salinas, Cristóbal, La Lista, Naranjo, Cabral y Pedernales, aunque desde Cabral mucha gente se trasladaba a Polo.

Los cambios de las viviendas en Barahona denotaban su pujanza económica, acompañado de sus tiendas, mercados, sus cines y otras actividades. Cabral fue sembrado de factorías de café y despulpadoras, secadoras, trilladoras y almacenes; se podía ver la caña, el plátano y el arroz por doquier. Tamayo y Vicente Noble crecieron junto con estos pueblos.

Pero en los procesos humanos las situaciones no se estatizan, sino que se transforman. En las décadas de 1970 y 1980 comenzó un paulatino declive del ingenio, del café y de la minería, lo que impactó en la vida social y la economía colectiva. Otros fenómenos sociales surgieron pues muchos de los hijos de los antiguos comerciantes y productores cafetaleros prefirieron estudiar carreras liberales y no dedicarse a estas actividades.

La economía y la sociedad suroestana comenzaron a sentir la rigidez de la falta de recursos, lo que obligó a buscar alternativas. Muchos habitantes de Tamayo y Vicente Noble vieron en otros países la solución a sus problemas, de allí que masivamente muchas de sus mujeres partieron hacia Europa y Estados Unidos: el resultado fue la conversión de estos pueblos en lugares de sostenido crecimiento poblacional, urbano y económico, colocados en la cúspide de la evolución positiva, incluso sobre Barahona, en relaciones proporcionales.

En las últimas dos décadas del siglo XX y las primeras del XXI asistimos al abandono de la agricultura en la mayoría de los pueblos y la dedicación de mucha genta a ser empleados públicos, motoconchistas y pequeños comerciantes informales, lo que genera ciertos ingresos para cubrir necesidades, pero no necesariamente riquezas. Muchos de los jóvenes emigraron hacia otras ciudades.

Dado el panorama económico, amparado en los efectos positivos del Turismo en Juan Dolio, Puerto Plata, Punta Cana, Bayahibe, Bávaro, Las Terrenas, Samaná y otros lugares, muchos Barahoneros vieron en este modelo la posibilidad del repunte económico  del suroeste. Al principio, la idea de un turismo de sol fue manejada, pero sus efectos no fueron de buen resultado, de allí que la solución se buscó en el mismo turismo, pero ecológico. No era infundada esta idea, pues un resultado como Casa Bonita invita a su factibilidad. Se trató de vender a las aguas termales de Canoa como un destino, al igual que al lago Enriquillo, la Laguna de Cabral, Cachote, Polo y otros sitios menores. Es indudable que los sureños han luchado durante más de treinta años por instaurar a la región como un destino turístico.

Pero la esperanza del turismo ha olvidado los renglones principales que fueron causa de la riqueza suroestana durante cientos de años: la tierra, nuestra agricultura está en condiciones paupérrimas, solo ayudado por el plátano, sin insumos, apoyo al regadío, incentivos ni modelos. Solo hay que ver los periódicos digitales de nuestros pueblos para constatar las denuncias en torno a ello: bombas dañadas, falta de semillas, sin tractores para arar la tierra, ni siquiera buenas cepas. Muchos productos no encuentran buen mercado y otros mueren por la sequía. La búsqueda de El Dorado en el turismo suroestano nos ha llevado a la persistencia de la pobreza.

Mirar la historia suroestana es un reencuentro con los modelos que nos impulsaroneconomiamente y su readaptación a la realidad actual abre posibilidades de cambios, sin exclusiones. Una agricultura industrial en diversos modelos puede ayudar a incentivar el trabajo. Un turismo contribuirá a generar las riquezas. Pero tal no llega, por ello hay volver el rostro a la tierra.





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