La Academia Dominicana de la Historia y la Renovación dela Historiografía - Campesino Digital

Notas:

miércoles, 30 de marzo de 2016

La Academia Dominicana de la Historia y la Renovación dela Historiografía


Por Welnel Darío Féliz

La Academia Dominicana de la Historia es una institución de naturaleza civil, que aglutina a historiadores e historiadoras de la República Dominicana. Fue fundada en 1935, como parte de las iniciativas apoyadas por el Estado para agrupar a las personas que se dedicaban a la investigación histórica y, además, como base para la difusión de la historia dominicana.

Las academias suelen reunir a lo más granado de los investigadores y profesionales en área correspondiente. en ocasiones, se convierten en círculos muy cerrados con una estrechísima y selecta entrada entrada. Asimismo, sus actividades no suelen ser populares, no porque se impida la entrada al público en general, sino que el aura misma que la envuelve la suele proyectar –y muchos la consideran- como un espacio muy particular en que se discuten temas cuyo interés y comunicación no es para la mayoría.

La academia de la República Dominicana no estuvo exenta de estas situaciones. Durante varias décadas sus principales miembros la mantuvieron con ciertos niveles de apertura, pero con una participación casi exigua del grueso de historiadores de la nueva generación de la década de 1960 y 1970. Para el decenio de 1990, aunque algunas de sus actividades se mantuvieron, hay que decir que su propia producción había menguado, sus aportes a la investigación se redujeron, así como el papel estelar que debía jugar en la investigación y difusión del conocimiento histórico nacional.

Los inicios del siglo XXI comenzaron a generar cambios radicales. La inserción a la Academia de Historiadores como Emilio Cordero Michel, José Chez Checo, Roberto Cassá, Mu-Kien Adriana Sang, Raimundo González, Juan Daniel Balcácer y varios más, unidos a otros como Frank Moya Pons, Bernardo Vega, Jaime Domínguezy algunos, inyectaron una renovación en el papel de la Academia en la sociedad, la divulgación histórica, la investigación y la apertura de este tan importante espacio.

La Academia se abrió completamente a la sociedad. En los primeros años de la década de 2000 comenzó a tener presencia en los pueblos del país, al organizar seminarios de historias locales en los cuales participaban académicos, pero también personas del lugar interesados en la investigación. Fue una jornada integradora que permitió atar lazos con la comunidad  y al mismo tiempo discutir temas tan importantes de la historia vernácula local. La revista Clío, de la mano de Emilio Cordero Michel, dio un cambio radical, no solo por el contenido tan variado y abierto, sino por la ampliación que recibió en el número de sus páginas.

La renovación de los estatutos académicos representó para la institución un oportunidad que supieron aprovechar las nuevas generaciones de académicos. Para impulsar la participación más colectiva y el necesario apoyo empresarial, se crearon las modalidades de colaboradores y protectores, que permitió que muchos investigadores pasaran a formar parte de la institución y empresas y personas a comprometerse con su impulso y apoyo económico.

En esa primera década del 2000, las directivas incluyeron al círculo de académicos como miembros correspondientes nacionales, a personas con una vida dedicada a la investigación. Ello permitió una participación más activa del grueso de historiadores e historiadoras dominicanos y extranjero en la institución y al mismo tiempo una proliferación de la producción historiográfica y de la presentación de ponencias en su salón principal, con la particularidad de que se apertura para la puesta en circulación de libros y de conferencias, aun de aquellos que no son miembros de la entidad.

En al campo bibliográfico, la Academia inició con bríos renovados. Varias decenas de títulos han sido publicados en los últimos15 años, tanto bajo su sello como en colaboración con el Archivo General de la Nación y la Comisión Permanente de Efemérides Patrias. Estos son entregados a los académicos, a los miembros correspondientes nacionales y a los colaboradores y protectores, así como a bibliotecas e instituciones educativas que lo requieran. Para el público su costo es asequible, además de encontrarse en las principales librerías del país. Normalmente, suelen ser gratuitos el día en que son presentados al público. Uno de los más encomiables proyectos que posee es la Historia General del Pueblo Dominicano, una obra colectiva que persigue analizar el proceso histórico nacional en términos globales, con la participación de historiadoras e historiadores del país y del extranjero. Al finalizar su edición tendrá siete tomos, todos con más de 600 páginas, en contenidos temáticos específicos.

La Academia, ha actuado acorde con los avances de la tecnología, y desde hace algunos años creó su página Web, en donde se inserta todo lo relativo a sus actividades, así como la revista Clío, que puede ser leída y descargada en PDF, y otros libros, además del Boletín del Archivo General de la Nación. La página está acompañada de todas las informaciones académicas necesarias.

En el campo de la educación, la Academia se ha convertido en esencial impulsora de la preparación historiográfica y de post grado.Ha auspiciado seminarios internacionales y locales sobre diversos tópicos, así como congresos y diplomados. Desde hace algunos años, patrocina becas completas para el Master-Doctorado en Historia de América en la Universidad Pablo de Olavide, en Sevilla, y está implementando un programa de co-auspicio de becas en historia junto con el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, en universidades españolas y de los Estados Unidos.

Siguiendo su tradición, se ha mantenido a la vanguardia de la divulgación histórica, en esos años que marcan momentos importantes de la historia nacional. Tal ocurrió en el bicentenario del natalicio de Juan Pablo Duarte y en este propio 2016, cuyo programa está dedicado analizar los ocho de la ocupación norteamericana, que inició precisamente hace 100 años, sin descuidar, naturalmente, otros temas historiográficos importantes.

En la inserción y apoyo de los historiadores no se ha detenido. Hace unos cinco años eligió varios miembros de número, todos de data académica, algunos de ellos cargados de juventud plena, como Edwin Espinal Hernández y otros dueños de una energía y pluma que impulsan la historiografía, como Adriano Miguel Tejada. Asimismo, incorporó a nuevos miembros correspondientes nacionales.

Conscientes de su renovado papel en la sociedad y en la historiografía nacional, los académicos impulsaron cambios radicales en sus estatutos y ampliaron la matrícula de los miembros correspondientes nacionales, la que se elevó a uno 46 y amparados en ello, hacia febrero de 2015, designaron la alta cantidad de13 nuevos miembros, personas dedicadas a la investigación histórica y que han realizado aportes a la historiografía dominicana. Se trató una decisión en el que se asume el compromiso que la institución quiere generar entre historiadores e historiadoras para como el país y crear las bases futuras para nuevas generaciones que impulsen aún más la integración social académica.

Los esfuerzos de la academia han venido dando sus frutos constantes. Su deseo visible de contribuir aún más a la difusión y divulgación histórica es elocuente. Sus actividades se publicitan por programas de televisión y  en periódicos de alta circulación nacional, como lo es Diario Libre y en algunos otros aparece en la agenda del día. Asimismo, semanalmente circulan las actividades de la semana y el programa completo de todo el año en los correos electrónicos de académicos, miembros correspondientes nacionales, colaboradores y amigos, según la dinámica de su contenido, lo que permite programar y elegir los temas a satisfacción, según las necesidades de cada investigador.

Hay que decir, sin embargo, que con toda esa apertura, aun con los esfuerzos, los sectores educativos no terminan de integrarse a su dinámica de transmisión de conocimiento histórico. Es notoria la falta de alumnos y alumnas de las universidades en las conferencias, seminarios, puesta en circulación y otros. Es visible que los que estudian licenciatura en historia de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, más comprometidos con el conocimiento histórico, participan muy poco en ellas. La propia universidad del Estado da muy poca cabida a las actividades de las instituciones que promueven la investigación y la divulgación histórica.

La Academia es hoy una de las instituciones más activas en el campo de la historia, abierta a todo público, e investigaciones, que apoyala preparación académica e histórica, impulsa el conocimiento y la historiografía. Ha creado modelos de actuación de una institución comprometida con los mejores intereses del país.

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