POR: ALRJANDRO SANTANA
Con dedicatoria especial a Conchita cuenta cuentos
Don Jacobo, era un viejo muy querido en la barriada donde vivía, era muy jocoso, le gustaba contar cuentos, era ingenioso, se los inventaba de ahí, ahí, siempre estaba de buen humor.
Un día enfermo de indigestión, pues se comió al mismo tiempo, varios dulces de cocos, algunos de guineos otros de maní también de semillas de almendras y para finalizar, hasta dos maíz salcochados, se engullo.
En la noche sintió malestar de barriga y para colmo se tapó, no evacuaba, sus familiares preocupados por la situación, le compraron, Ex lax, no le funciono, le compraron un frasco de leche magnencia, sobre de Magnesia chevalier, nada lo mando para la letrina, eso era lo que había antes.
En los barrios siempre hay una persona muy mayor que por experiencia saben muchos remedios, esa persona recomendó a la familia que hirvieran hojas de tatúa, con higuereta y se lo dieran con sal.
Cuando se toma la tasa de esa, delicia, no pasaron 10 minutos, lo mando al retrete, pero luego de esa primera vez fueron tantas las veces que tuvo que entrar que le perdieron la cuenta.
Finalmente para no cansarles el cuento, le colocaron una mecedora muy cerca de la puerta de la letrina…Los familiares se descuidaron, pero como a dos horas de eso alguien de ellos le echa de menos, se asoman a la puerta, abren, entran, pero no lo ven, solo encima del cajón del retrete se encontró el sombrero que era de alas muy anchas, miraron hasta con luces hacia el interior del hoyo, pero nada, indagaron con los vecinos si lo vieron pasar y nada.
Varios días después algunas personas le preguntaron a un nietecito que salió de la casa, pues todos estaban de luto y le preguntaron por el viejo, con mucha naturalidad, el contesto, parece que se deshizo, se desintegro o sencillamente se volvió Mierda
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